Dos almas by Holly Bourne

Dos almas by Holly Bourne

autor:Holly Bourne [Bourne, Holly]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Juvenil, Romántico
editor: ePubLibre
publicado: 2013-08-31T16:00:00+00:00


22

Mi padre estaba en su sitio de costumbre cuando llegué a casa.

—Estás viva —dijo al verme entrar en el salón con un vaso de agua en una mano y un Kit Kat en la otra.

—Así es.

Me senté en el brazo de su sillón favorito y le di un abrazo breve.

—¿Qué tal habéis capeado el temporal? Por lo que veo, no se nos ha inundado nada.

Partí el Kit Kat en dos y ofrecí a papá un trozo. Se quedó mirándolo por unos instantes antes de coger la parte más grande.

—No nos podemos quejar. —Tomó un bocado, y unas migajas de chocolate cayeron sobre sus rodillas—. A mamá le preocupa que su herbario haya quedado dañado por la lluvia, pero por lo demás hemos salido bien librados. —Dio otro mordisco a su galleta cubierta de chocolate—. ¿Y tú? ¿Estabas a salvo en el piso de Noah?

Me produjo una sensación extraña que él supiera que me había alojado allí. Temía que se imaginara cosas raras y quería hablarle de nuestra voluntad de ir despacio, pero me incomodaba tocar el tema. Apoyé la cabeza en su hombro.

—Todo fue bien. Cuando el temporal nos pilló en la calle me asusté bastante, pero una vez bajo techo, no hubo problema. —Hice una pausa—. Fue todo bastante extraño, ¿no?

Mi padre asintió.

—Supongo que si las llaman «condiciones meteorológicas excepcionales» será por algo.

Permanecimos sentados durante unos minutos, haciéndonos compañía y mordisqueando nuestras galletas con chocolate. Papá abrió el periódico y se puso a leer. Al acordarme de que Noah se había metido conmigo por no estar informada sobre la actualidad, comencé a leer por encima del hombro de mi padre.

El Middletown Gazette dedicaba la primera plana a la tormenta de la noche anterior. El titular, en negrita, era claro y directo:

«TEMPORAL INESPERADO AZOTA LA CIUDAD»

—Caray. ¿Ha habido muchos daños?

Papá pasó a la página siguiente. Había fotos de la inundación, entre ellas varias de personas de semblante triste frente a sus comercios destrozados.

—Bastantes. Dicen que algunos lugares tardarán al menos un mes en volver a la normalidad.

—¿No se sabe todavía cuál fue la causa?

—No tienen ni idea. Creen que tiene que ver con la corriente del Atlántico Sur, pero por lo general una tormenta procedente de esa dirección se ve venir mucho antes.

Leímos la noticia juntos. Me animé un poco al ver el nombre de Lizzie en letra impresa junto a unas declaraciones de ciudadanos conmocionados que había recogido. Qué callado se lo tenía, la muy pillina. Pero el texto pronto se tornó demasiado deprimente para seguir leyendo. Reprimí un bostezo.

—Me voy a mi cuarto.

—Buenas noches, reina.

Subí las escaleras y me puse el pijama. Fue agradable despojarme de la ropa que se había mojado con la lluvia. Agradecida, me arrebujé bajo las mantas y cogí mi libro. Apenas había leído media página cuando sonó mi móvil.

Miré la pantalla y sonreí. Era Noah.

—Hola, tú —dije sin dejar de sonreír.

—Bueno, preciosa, ¿qué tal te ha ido el día sin mí?

—Ha sido estupendo.

Me acurruqué mejor bajo el edredón.

—Oooh, no seas así. Yo estaba a punto de ponerme todo cursi y decirte cuánto te he echado de menos.



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